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¡Alabado sea Alá, que ha revelado la Escritura a Su siervo y no ha puesto en ella tortuosidad,

en la que permanecerán para siempre,

Ni ellos ni sus predecesores tienen ningún conocimiento de eso. ¡Qué monstruosa palabra la que sale de sus bocas! No dicen sino mentira.

Hemos adornado la tierra con lo que en ella hay para probarles y ver quién de ellos es el que mejor se porta

¿Crees que los de la caverna y de ar-Raqim constituyen una maravilla entre Nuestros signos?

Y les hicimos dormir en la caverna por muchos años.

Nosotros vamos a contarte su relato verdadero. Eran jóvenes que creían en su Señor y a quienes habíamos confirmado en la buena dirección.

Este pueblo nuestro ha tomado dioses en lugar de tomarle a Él. ¿Por qué no presentan alguna autoridad clara en su favor? ¿Hay alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra Alá?

Habrías visto que el sol, al salir, se desviaba de su caverna hacia la derecha y, al ponerse, los rebasaba hacia la izquierda, mientras ellos estaban en una oquedad de ella. Ése es uno de los signos de Alá. Aquél a quien Alá dirige está bien dirigido, pero para aquél a quien Él extravía no encontrarás amigo que le guíe.

Así estaban cuando les despertamos para que se preguntaran unos a otros. Uno de ellos dijo: «¿Cuánto tiempo habéis permanecido?» Dijeron: «Permanecimos un día o menos». Dijeron: «Vuestro Señor sabe bien cuánto tiempo habéis permanecido. Enviad a uno de vosotros con esta vuestra moneda a la ciudad. Que mire quién tiene el alimento más fresco y que os traiga provisión del mismo. Que se conduzca bien y que no atraiga la atención de nadie sobre vosotros,

Y así los descubrimos para que supieran que lo que Alá promete es verdad y que no hay duda respecto a la Hora. Cuando discutían entre sí sobre su asunto. Dijeron: «¡Edificad sobre ellos! Su Señor les conoce bien». Los que prevalecieron en su asunto dijeron: «¡Levantemos sobre ellos un santuario!»

Y no digas a propósito de nada: «Lo haré mañana»,

Permanecieron en su caverna trescientos años, a los que se añaden nueve.

Recita lo que se te ha revelado de la Escritura de tu Señor. No hay quien pueda cambiar Sus palabras y no encontrarás asilo fuera de Él.

Y di: «La Verdad viene de vuestro Señor. ¡Que crea quien quiera, y quien no quiera que no crea!» Hemos preparado para los impíos un fuego cuyas llamas les cercarán. Si piden socorro, se les socorrerá con un líquido como de metal fundido, que les abrasará el rostro. ¡Mala bebida! Y ¡mal lugar de descanso!

Para ésos serán los jardines del edén, por cuyos bajos fluyen arroyos. Se les adornará allí con brazaletes de oro, se les vestirá de satén y brocado verdes, estarán allí reclinados en divanes. ¡Qué agradable recompensa y qué bello lugar de descanso!

Ambos viñedos dieron su cosecha, no fallaron nada, e hicimos brotar entre ellos un arroyo.

Y entró en su viñedo, injusto consigo mismo. Dijo: «No creo que éste perezca nunca.

El compañero con quien dialogaba le dijo: «¿No crees en Quien te creó de tierra, luego, de una gota y, luego, te dio forma de hombre?

Si, al entrar en tu viñedo, hubieras dicho: '¡Que sea lo que Alá quiera! ¡La fuerza reside sólo en Alá!' Si ves que yo tengo menos que tú en hacienda e hijos,

o se filtre su agua por la tierra y no puedas volver a encontrarla».

No hubo grupo que, fuera de Alá, pudiera auxiliarle, ni pudo defenderse a sí mismo.

Propónles la parábola de la vida de acá. Es como agua que hacemos bajar del cielo y se empapa de ella la vegetación de la tierra, pero se convierte en hierba seca, que los vientos dispersan. Alá es potísimo en todo.

El día que pongamos en marcha las montañas, veas la tierra allanada, congreguemos a todos sin excepción,

Se expondrá la Escritura y oirás decir a los pecadores, temiendo por su contenido: «¡Ay de nosotros! ¿Qué clase de Escritura es ésta, que no deja de enumerar nada, ni grande ni pequeño?» Allí encontrarán ante ellos lo que han hecho. Y tu Señor no será injusto con nadie.

No les he puesto como testigos de la creación de los cielos y de la tierra ni de su propia creación, ni he tomado como auxiliares a los que extravían a otros.

Los pecadores verán el Fuego y creerán que se precipitan en él, sin encontrar modo de escapar.

Lo único que impide a los hombres creer cuando les llega la Dirección y pedir el perdón de su Señor, es el no admitir que les alcanzará la misma suerte que a los antiguos o que deberán afrontar el castigo.

¿Hay alguien que sea más impío que quien, habiéndosele recordado los signos de su Señor, se desvía luego de ellos y olvida lo que sus manos obraron? Hemos velado sus corazones y endurecido sus oídos para que no lo entiendan. Aunque les llames hacia la Dirección, no serán nunca bien dirigidos.

Hicimos perecer esas ciudades cuando obraron impíamente, habiendo fijado por anticipado cuándo iban a perecer.

Y, cuando alcanzaron su confluencia, se olvidaron de su pez, que emprendió tranquilamente el camino hacia la gran masa de agua.

Dijo: «¿Qué te parece? Cuando nos refugiamos en la roca, me olvidé del pez -nadie sino el Demonio hizo olvidarme de que me acordara de él- y emprendió el camino hacia la gran masa de agua. ¡Es asombroso!»

encontrando a uno de Nuestros, siervos a quien habíamos hecho objeto de una misericordia venida de Nosotros y enseñado una ciencia de Nosotros.

Dijo: «No podrás tener paciencia conmigo.

Dijo: «Me encontrarás, si Alá quiere, paciente, y no desobedeceré tus órdenes».

Y se fueron ambos hasta que, habiendo subido a la nave, hizo en ella un boquete. Dijo: «¿Le has hecho un boquete para que se ahoguen sus pasajeros? ¡Has hecho algo muy grave!»

«No lleves a mal mi olvido», dijo, «y no me sometas a una prueba demasiado difícil».

Dijo: «¿No te he dicho que no podrías tener paciencia conmigo?»

Y se pusieron de nuevo en camino hasta que llegaron a una ciudad a cuyos habitantes pidieron de comer, pero éstos les negaron la hospitalidad. Encontraron, luego, en ella un muro que amenazaba derrumbarse y lo apuntaló. Dijo: «Si hubieras querido, habrías podido recibir un salario por eso».

En cuanto a la nave, pertenecía a unos pobres que trabajaban en el mar y yo quise averiarla, pues detrás de ellos venía un rey que se apoderaba por la fuerza de todas las naves.

y quisimos que su Señor les diera a cambio uno más puro que aquél y más afectuoso.

Te preguntarán por el Bicorne. Di: «Voy a contaros una historia a propósito de él».

Siguió, pues, un camino

Dijo: «Castigaremos a quien obre impíamente y, luego, será llevado a su Señor, que le infligirá un castigo horroroso.

Luego, siguió otro camino

Así fue. Nosotros teníamos pleno conocimiento de lo que él tenía.

hasta que, llegado a un espacio entre los dos diques, encontró del lado de acá a gente que apenas comprendía palabra.

Dijo: «El poderío que mi Señor me ha dado es mejor. ¡Ayudadme esforzadamente y levantaré una muralla entre vosotros y ellos!

Y no pudieron escalarla, ni pudieron abrir brecha en ella.

Ese día dejaremos que unos y otros se entremezclen. Se tocará la trompeta y los reuniremos a todos.

cuyos ojos estaban cerrados a Mi recuerdo y que no podían oír.

Di: «¿Os daré a conocer quiénes son los que más pierden por sus obras,

Son ellos los que no creen en los signos de su Señor, ni en que Le encontrarán. Vanas habrán sido sus obras y el día de la Resurrección no les reconoceremos peso.

En cambio, los que hayan creído y obrado bien se alojarán en los jardines del paraíso,

Di: «si fuera el mar tinta para las palabras de mi Señor, se agotaría el mar antes de que se agotaran las palabras de mar Señor, aun si añadiéramos otro mar de tinta».